Meditar también duele (y es parte del camino)
No todo es calma y paz interior. A veces, el silencio saca lo que más evitamos.

Me acerqué a la meditación porque me habían dicho que me traería paz.
Que era una herramienta para calmar la mente, reducir el estrés y reconectar conmigo mismo.
Lo que nadie me dijo es que meditar también duele.
No siempre, claro. Pero muchas veces, sí.
Porque cuando cierras los ojos y te quedas en silencio, sin distracciones, lo que aparece no siempre es calma.
A veces lo que emerge son pensamientos incómodos, emociones que llevabas tiempo reprimiendo, recuerdos que preferías evitar.
Yo no estaba preparado para enfrentarme a esos demonios.
Meditar es como sentarte a conversar con una parte de ti que normalmente ignoras.
Y esa parte, muchas veces, está herida.
Me ha pasado quedarme con los ojos cerrados y sentir que se me aprieta el pecho.
Recordar momentos que no sabía que seguían doliendo.
Escuchar la voz del juicio interno más clara que nunca.
Y ahí entendí algo clave:
Meditar no es escapar del dolor. Es permitirte sentirlo. Porque solo cuando lo sientes, puedes empezar a soltarlo.
La parte incómoda del proceso también es parte del camino.
Y aunque duela, es necesaria para sanar.
🌱 ¿Y tú?
¿Alguna vez te has encontrado con algo doloroso al meditar? ¿Cómo lo enfrentaste?
Cuéntame, me interesa saber cómo ha sido tu experiencia.
🧘♀️ A veces sentimos que necesitamos un respiro, pero no sabemos cómo dárnoslo.
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Es verdad, hubo días en los que me dolía meditar. Se me venía a la mente una situación en específico que creo ni siquiera había pensado que fuera incómoda y vergonzosa. Entendí que no siempre se trata de tranquilidad y relajación. Esa situación que se cruzaba en "mis momentos de paz" la había estado evadiendo desde que inició el año, y nunca la pensaba en mi cotidianidad hasta que estuve sola, observando. Gracias por escribir, apenas estoy empezando en el mundo del budismo y con leerte aprendo bastante.
Uyy.. si que duele, lo mejor viene después de trascender esos propios monstruos, de hacer las paces con ellos y abrazarlos dándoles mucho cariño.