Responde este correo contándome: ¿Cómo influyen los deseos de tus padres en tu vida?

Me paré sobre la tumba de mis padres. Descuidada, sucia y con algunas hierbas crecidas sobre la lápida. El sol, horrible, sobre mi cabeza sin cabello, y el aire contaminado de Monterrey entrando por mis pulmones.
Miraba directamente a los ojos del Cristo gigante que sobresale prominentemente de la lápida. Él me miraba de vuelta, como juzgándome, por no ir seguido a visitar a mis padres. ¿Cómo podría? No encuentro placer en los panteones, en los funerales, ni en los hospitales.
Me puse a hablar con mis padres como si los tuviera de frente. Desnudé mi alma, aunque no pude llorar. Me desahogué porque no siempre tengo la oportunidad de decir en voz alta todo aquello que guardo en mi pecho.
En otra ocasión me habría puesto a rezar, pero esa pizca católica ya no existe en mí. Soy más budista, aunque no logro definirme como tal. Me pregunto qué opinaría mi mamá de haber rechazado sus enseñanzas del catecismo.
Y esa es la razón por la que estaba ahí: yo nunca quise ser ese que ellos querían que yo fuera.
Claro, soy su hijo, y ellos querían lo mejor para mí, lo entiendo. Pero nunca me preguntaron lo que yo quería.
Ahora, después de tantos años de cargar su mirada y sus deseos, he tomado la decisión de seguir un camino diferente.
Ahí, ante la mirada del Cristo de yeso, me di cuenta de lo importantes que son mis padres para mí. Ahí fue donde entendí que toda vida sigue siendo significativa incluso después de la muerte.
Cerré los ojos y les pedí que me quitaran esa carga de mi espalda. Respondieron con una fuerte brisa fresca. No hay duda de que siguen aquí.
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