
Quiero contarte un secreto que hasta la fecha me duele mucho.
Hace algunos años, cuando llegaba el fin de año, me propuse escribir una pequeña carta a mis amigos cercanos donde les contaba un pequeño resumen de lo que había sido mi año.
Soy consciente de que nuestras vidas van tomando rumbos ajenos conforme vamos creciendo, y pensaba que de esta manera podía mantener nuestra amistad.
Para mi triste sorpresa, conforme pasaban los años y enviaba las cartas, me di cuenta de que nuestras relaciones pendían de un hilo desde hacía años.
Mi intento de conexión y buenos deseos, se vieron manchados por un desinterés evidente, reflejado en 2 palomitas azules en el WhatsApp. Era evidente porque nunca recibí una respuesta de vuelta, no recibí buenos deseos y quizá el pendejo soy yo por esperar eso de una amistad.
En fin, con la llegada de la pandemia, esas relaciones terminaron por colapsar, porque ante la inminente crisis emocional por la que estaba pasando, yo no podía seguir tensando el hilo de la relación, porque me di cuenta de que solo yo era el único que seguía estirándolo.
Aquellos a quienes consideraba amigos eran los primeros en criticarme mi esfuerzo por estar bien. Cuando dejé de tomar alcohol en cantidades industriales, me criticaron. Cuando les conté que había recibido una beca académica en la Universidad, se burlaron de mí. Cuando les dije que algún día sería un escritor reconocido, me dijeron que no perdiera mi tiempo. Así que cuando les envié una carta deseándoles lo mejor para el próximo año, no fue una sorpresa que me hayan ignorado completamente.
Ahí te va otra anécdota que tengo bien atorada en mi pecho.
El día de mi boda invité a mis amigos, pero deliberadamente omití la invitación a aquellas personas con las cuales tenía mayor resentimiento. Ya te imaginarás con el caos, los nervios y todo lo demás que sucede en uno de los días más importantes de tu vida; mi cabeza estaba en ninguna parte.
Cuando los vi me acerqué a saludarlos y lo primero que me dijeron fue: “¿Por qué la sentaste con nosotros? Ya sabes que no le hablamos” Me quedé helado. Lo primero que pensé fue que se me había pasado ese detalle, pero después reaccioné y me di cuenta de que yo no sabía que entre ellos tenían problemas. ¿Cómo iba a saberlo si ya no me cuentan nada? Por último, les dije que ya eran adultos y que por lo menos pretendieran a comportarse como tal por lo menos una noche en su vida.
Ese día, curiosamente, es el último día que hable con ellos, y pues ya va más de un año.
¿Por qué te cuento esto?
No sé. Cuando estaba pensando sobre qué quería escribirte el último día del año pensé en muchas cosas. Pero en la semana me acordé de esas cartas que enviaba en el pasado, cada año sin falta.
Creo que este año tengo mucho que contar, pero no tengo a nadie a quien contarle, porque tengo miedo de recibir esa indiferencia de las palomitas azules. No hay nada que me dé más miedo que me dejen en visto en el WhatsApp, porque demuestra que no les importas tanto.
Así que pensé en que escribiría esa carta de todos modos y la publicaría en Substack, porque aquí he recibido más atención de completos extraños que de aquellos que consideraba como amigos.
En este espacio he podido ser vulnerable, quizá ante el anonimato detrás de un monitor. Quizá dándote a entender que soy un gurú existencialista del desarrollo humano, pero no lo soy. Solo soy yo, Chris, un wey que está aprendiendo a comunicar sus ideas a través de letras. Unas letras que quizá algún día sean su principal fuente de ingresos; aunque realmente lo único que está buscando es que por fin alguien lo vea y no le sea indiferente.
Porque la única manera en la que yo me sienta vivo, es cuando el otro me reconoce como “Yo”. Porque aunque no falte quien diga, que no necesitas al «otro» para existir, la realidad es que existimos gracias a que el «otro» te puede notar.
Pero no, querido lector. No te abrumaré más con lujos de detalles de lo que fue este año para mí.
Solo quiero decirte, gracias.
Solo quiero desearte lo mejor para el próximo año.
Nos seguimos leyendo.
—Chris
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Entiendo mucho esa sensación que da cuando te das cuenta de que hay ciertas personas que ya no harán parte de tu vida.
Hace parte del crecimiento y del camino que todos recorremos.
Los mejores deseos que vienen muchas cosas positivas para tu vida en este año que empieza 🙏🏻🙏🏻
A mi también me gusta acordarme de la gente con la que he vivido parte de mi año (en mi caso, pinto y mando por whatsapp una felicitación de año nuevo) y me apena pasar por el listado de contactos, ver algun nombre y pensar "a este este año no hace falta porque no ha estado"... Antes lo llevaba mal, però al final es la vida, ¡y unos marchan para dar paso a otros!
¡Feliz año nuevo!